Los estudios también demuestran que la ansiedad y la depresión pueden reducir el umbral del dolor. El dolor crónico agrava la ansiedad y la depresión. Además, las personas con artritis y depresión tienden a presentar más limitaciones funcionales, menor adherencia a sus tratamientos y mayor riesgo de desarrollar otros problemas de salud. El círculo vicioso de dolor, mala salud y mal humor puede cambiar significativamente el curso y el manejo de la artritis.
Vivir con dolor diario es física y emocionalmente estresante. Se sabe que el estrés crónico altera los niveles de sustancias químicas del cerebro y del sistema nervioso. Estas hormonas y neuroquímicos del estrés, como el cortisol, la serotonina y la noradrenalina, afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento. Alterar el equilibrio de estas sustancias químicas en el cuerpo puede provocar depresión en algunas personas.
La depresión debilita la capacidad de una persona para afrontar el dolor. La percepción de una persona sobre su condición, por ejemplo, el dolor de espalda, puede volverse más negativa en comparación con quienes no están deprimidas.
Recuerde hablar con su médico sobre su bienestar emocional cuando también hable de sus problemas físicos, especialmente los relacionados con el dolor crónico.
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