Se ha demostrado que la dieta mediterránea reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, síndrome metabólico, diabetes, ciertos tipos de cáncer, depresión y, en adultos mayores, reduce el riesgo de fragilidad, además de mejorar la función mental y física.
La dieta mediterránea tradicional se basa en alimentos disponibles en los países ribereños del mar Mediterráneo. La base de esta dieta saludable incluye:
• una abundancia de alimentos vegetales, como frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos y legumbres, mínimamente procesados, frescos de temporada y de cultivo local.
• aceite de oliva como principal fuente de grasa.
• queso y yogur, consumidos a diario en cantidades bajas o moderadas.
• pescado y aves, consumidos en cantidades bajas o moderadas varias veces por semana.
• carne roja, consumida con poca frecuencia y en pequeñas cantidades.
• fruta fresca de postre, con dulces con azúcares añadidos o miel consumidos solo unas pocas veces por semana.
• vino, consumido en cantidades bajas o moderadas, generalmente con las comidas. ¿Cómo puedes incorporar estos alimentos saludables a tu vida diaria? Aquí tienes algunos pequeños cambios que puedes hacer. Elige un cambio cada semana e incorpóralo gradualmente. Empieza con los cambios que creas que te resultarán más fáciles.