Mantener un estilo de vida físicamente en forma puede ayudar a prevenir muchos tipos de cáncer, pero en el caso específico del cáncer colorrectal, la evidencia que respalda el papel protector del ejercicio es contundente. Se ha identificado que los estilos de vida sedentarios y la obesidad son factores de riesgo clave para el cáncer colorrectal. Tanto los estilos de vida sedentarios como la obesidad son comunes entre los estadounidenses; muchos de nosotros tenemos trabajos que requieren estar sentados frente a una computadora la mayor parte del día y muchos de nosotros también tenemos horarios muy apretados en los que es difícil hacer ejercicio y las comidas preparadas para llevar ofrecen comodidad.
La inactividad y el exceso de peso contribuyen a la inflamación crónica, un precursor notorio del cáncer. Las investigaciones destacan que el ejercicio regular mitiga estos riesgos al regular los niveles de insulina, reducir la obesidad y combatir la inflamación.
La actividad física moderada a intensa puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. La Sociedad Estadounidense del Cáncer recomienda que los adultos hagan ejercicio de 150 a 300 minutos por semana a una intensidad moderada, es decir, de 30 a 60 minutos por día, cinco días a la semana. Los adultos también pueden beneficiarse de 75 a 150 minutos de actividad de intensidad intensa por semana, es decir, de 10 a 20 minutos por día, cinco días a la semana.
Cualquier ejercicio es mejor que ninguno, y las investigaciones sugieren que incluso pequeños incrementos en la actividad física pueden ofrecer beneficios protectores contra esta enfermedad.