Los estudios han descubierto que el ejercicio adecuado puede aliviar los problemas relacionados con el sueño y ayudarle a descansar lo suficiente. Investigaciones recientes también sugieren que un sueño insuficiente o de mala calidad puede provocar niveles más bajos de actividad física al día siguiente.
Los expertos creen que el sueño y el ejercicio tienen una relación bidireccional. Optimizar su rutina de ejercicios puede ayudarlo potencialmente a dormir mejor, y dormir lo suficiente puede promover niveles de actividad física más saludables durante el día.
Específicamente, el ejercicio moderado a vigoroso puede aumentar la calidad del sueño en los adultos al reducir el inicio del sueño (o el tiempo que tardan en conciliar el sueño) y disminuir la cantidad de tiempo que pasan despiertos en la cama durante la noche. Además, la actividad física puede ayudar a aliviar la somnolencia diurna y, en algunas personas, reducir la necesidad de medicamentos para dormir.
El ejercicio también puede mejorar el sueño de forma indirecta. Por ejemplo, la actividad física de moderada a intensa puede disminuir el riesgo de aumento excesivo de peso, lo que a su vez hace que la persona sea menos propensa a experimentar síntomas de apnea obstructiva del sueño (AOS). Aproximadamente el 60% de la AOS de moderada a grave se ha atribuido a la obesidad, aunque la relación entre el peso y la apnea del sueño es compleja.
Fuente: https://www.sleepfoundation.org/physical-activity/...

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