La ciencia no se detiene allí. El helado contiene proteínas y grasas, las cuales nuestro cuerpo necesita para ayudar a nivelar nuestro estado de ánimo. Además de eso, se sabe que los aminoácidos que ingieres al comer helado, como el triptófano, aumentan la producción de serotonina. Eso nos deja tranquilos, satisfechos y, bueno, ¡felices!

Comer helado nos transporta instantáneamente a experiencias maravillosas de la infancia. Cuando comemos helado, nuestro cerebro recuerda esos sentimientos positivos y aprendemos a asociar la golosina con la felicidad. Por supuesto, uno no puede confiar solo en el helado para una vida feliz y plena, pero ciertamente no está de más incluirlo como parte de una búsqueda individual bien equilibrada de la felicidad cuando se come responsablemente.

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