La aptitud funcional es cualquier forma de actividad física que prepara el cuerpo para afrontar actividades del mundo real, incluidas tareas cotidianas como llevar las compras y subir escaleras. El objetivo es entrenar el cuerpo de manera que los músculos aprendan a trabajar juntos, produzcan movimientos más complejos y nos mantengan seguros.
Por ejemplo, incluso un simple curl de bíceps puede considerarse funcional porque fortalece un músculo que participa en los movimientos de tracción. Un press de hombros también es funcional porque nos permite levantar objetos pesados por encima de la cabeza. Esto sin duda puede resultar útil la próxima vez que quieras meter una maleta pesada en el compartimento superior de un avión o un tren.
¿Pesos muertos? Son fantásticos para aprender a levantar objetos pesados del suelo de forma segura. Puede que no parezca mucho, pero innumerables personas se lesionan precisamente por levantar objetos pesados sin la forma adecuada.
Hay un par de componentes de la aptitud funcional. Antes de que pueda moverse libremente en su vida diaria sin preocuparse por lesiones, debe dominar los conceptos básicos. Estos incluyen fuerza, equilibrio/coordinación, potencia, rango de movimiento y movilidad. Centrarse en estos aspectos de su entrenamiento tendrá numerosos beneficios que se trasladarán a su vida diaria. Movimientos como caminar, trotar, correr, esprintar, saltar, levantar, empujar, tirar, agacharse, girar, girar, pararse, empezar, detenerse, trepar y dar zancadas, según el American Council on Exercise, se harán más fáciles mientras se entrena para mejorar la fuerza funcional.
La aptitud funcional es un tipo de ejercicio que respalda la vida cotidiana. Incluye movimientos como caminar, empujar, tirar, agacharse, ponerse en cuclillas, dar zancadas y trabajar el core. Estos ejercicios mejoran la fuerza funcional.

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